¡Creí por lo cual hablé! Por: Samari Rosado
¡Creí
por lo cual hablé!
Primeramente, quisiera resaltar que existe
la errónea idea, de que las personas sordas, mudas o sordomudas no pueden comunicarse con los
demás. Sin embargo, no es así, ya que ellos pueden comunicarse a través del
lenguaje de señas y también del lenguaje oral (en forma escrita, hablada y cada
cual en función de acuerdo a sus habilidades). Luego de aclarado lo anterior, podemos
entrar en detalles pertinente al tema.
Hacen unos años, escuché a una persona decir que había personas mudas
por elección. Pensé: ¿Cómo es eso? y le pregunté. Ella cuenta, que en una
ocasión conoció a una niña que era muda. Según los estudios médicos ella era
una niña fisicamente saludable. O sea, no habia defecto físico ni en su sistema
auditivo ni en su habla; por lo tanto, no entendían porque no hablaba. Y
concluyeron en que la niña era muda por elección.
¡Guau! Quedé impactada, (me preguntaba) ¿Cómo eso podía ser posible? Mientras
meditaba en ese testimonio el Señor traía a mi memoria, que al igual que esa
niña en ocasiones así actué yo; donde pudiendo hablar me quedaba muda…por
elección. Y comenzó el Señor a pasar revista en mi mente de esos momentos.
Resulta, que debido a ciertos traumas de mi niñez y complejos; eso propició tal
situación en mí. Recuerdo estar rodeada de mucha gente (siendo ya adulta),
querer compartir y no poder expresar ni una sola palabra; pues, aunque yo
quería ser participe no salía mi voz.
Entonces, comenzó
Dios a tratar conmigo a mostrarme esa brecha que se abrió en mi vida y por la
cual eso me sucedía. Comencé a creerle a Dios que yo tenía voz, que era
importante para Él, que toda palabra que Él había hablado sobre mi se cumpliría
y que toda palabra de maldición que fue lanzada sobre mí era rota en el nombre
de Jesús.
La Biblia
nos habla de un hombre, que cuando Jehová lo llamó lo primero que él le presento
a Dios fue su incapacidad o su debilidad que lo limitaba. Por lo cual, no creía
estar apto para tal llamado, pues era tardo para hablar y ese fue Moisés (Ex.
4:10). Amigos, no es lo que somos, que debilidades tenemos o de dónde venimos;
es que si Dios dijo, el cumplirá esa palabra en nosotros si la podemos creer y
le damos paso a que Él haga. Debemos entender, que con nuestra boca debemos
proclamar lo que ya Él estableció y lo que Él ya hizo en nosotros. Trístemente,
nosotros muchas veces nos boicoteamos referente a lo que Dios nos dijo; pues
nos dejamos llevar por nuestro pasado, por lo que dijeron, por lo que vemos que
tenemos o por lo que estamos viviendo en ese momento. ¡Si tan solo pudiéramos
creer! ¡Creer en Él, creer en Su Palabra!
Muchas veces,
el enemigo ha tratado de robarme la palabra que ya Dios habló sobre mi vida; pero
aprendí que tengo voz y a no quedarme más callada. Claro está, ejercitando la
prudencia como dice Eclesiastés 3:7 “tiempo de callar, y tiempo de hablar”. Es por esto, que decidí
creerle a Dios por encima de mis debilidades, por encima de mi pasado; yo
decidí hablar lo que Él ha hecho en mí y decir lo que Él dijo de mí. Por eso,
hoy digo como dijo Pablo, “Creí por lo cual hablé”
(2 Cor. 4:13).
Durante ese
proceso de sanidad en mi vida, aprendí que soy importante, que mi palabra
cuenta. Aprendí, que tengo autoridad en mi voz para cancelar toda palabra de
maldad, tengo voz para declarar las promesas de Él sobre mi vida, sobre mi
familia sobre, mi casa. En Santiago 3:10-11, nos habla sobre el poder que
tenemos en la lengua, “poder de bendecir o de maldecir”. Y, es aquí donde
hacemos la diferencia si tomamos conciencia al momento de hablar.
Querido
amigo(a), te animo a que en oración vayas donde el Padre Celestial y le pidas
que te muestre lo que te está afectando, que escudriñe tu vida. Para que al
igual que a mí, el Espíritu Santo te enseñe todo aquello que te está impidiendo
alzar tu voz. Abre tu corazón y pídele, que quite de ti todo miedo, todo
complejo, todo aquello que está siendo obstáculo para que puedas proclamar Su
palabra; y así, puedas vivir en lo que ya Él te dijo y cumplir con el trabajo que él te mando hacer. ¡Cree!
que ya Él habló y terminará la obra que comenzó en ti y en mi. Hoy, es un buen
día para llamar las cosas por su nombre, por el nombre que ya las llamó Dios de
antemano. Recuerda: Tú tienes voz, ¡Cree y habla lo que hizo Dios!
Se despide
su amiga, Samari Rosado



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